22:37 HORAS
No se siente bien. Está con rabia y dolor. Siente pena, desencanto y frustración. Siente que la soledad le abraza y ahoga. Siente que sus manos transpiran y tienen un leve temblor. Observa el sobre arrugado que tiene en su mano izquierda, mientras que con su mano derecha, mueve cual abanico, un papel ajado de fuerte textura. Toma conciencia del movimiento mecánico de su brazo y mano derecha y la deja suspendida en el aire. Queda absorto observándola, sin soltar el papel ajado y de fuerte textura, como si la hubiese descubierto en ese instante.
Tiene mucha historia y conoce miles de manos, sus intenciones, sus trastornos. Sabe muy bien de su historia y de muchas penas absorvidas. Conoce sus logros, su fuerza y poder, también de sus cansancios, de sus actos violentos y destructores como de sus tiernas caricias. Ha sido abrazado, desfigurado y apretado en manos ancianas y guardado en un pequeño y maloliente estuche de cuero barato. Sabe de pechos nocturnos voluptuosos, acariciado por muchas otras manos: sucias, holgazanas, transpiradas, depravadas y atrevidas.
Ha vivido en casa de acero, fría y oscura. He sabido permanecer horas en un dispensador y salir apretado, entre muchos más pequeños o de menor valor del que representa. Ha sido guardado presuroso en un bolsillo.
¡Cuánto sabe del género humano!
Ha sido causa de discusiones y golpes. Ha corrido en una mano apretada, como arrancando de su último dueño. Ha sido evidencia de un acto delictivo. Ha sido codiciado y por eso muy bien guardado. Lo han partido en dos o cuatro partes iguales, como si el hombre no lo quisiera. Sin embargo, cuando está en sus manos, lo sabe, se siente poderoso. Lo hace poderoso. Para qué decir, si son varios y están repetidos, más poderoso se siente.
Lo han cambiado por comida, por bebida, por vicios. Se entristece cuando lo cambian por vicios... no vale un vicio. No vale alcohol, ni droga, ni servicio de una mujer de una esquina o de un hombre con voz de mujer.
Se siente bien cuando le hacen valer aprendizaje escolar, un remedio salvador, una consulta médica. Se siente bien. Mejor se siente cuando pasa de una mano delicada, sin callosidades, limpia y bien lavada y cubierta de olores costosos... cuando pasa de una mano así a otra que es trabajada, arrugada, con olor a pobreza. Se siente feliz porque ve el rostro de su nuevo dueño o dueña y se siente salvador, siente que alivia un estómago vacío de unos pequeños... si hasta le besan y le hacen dormir una noche bajo una imagen sagrada.
Ha viajado mucho y conoce muchos rincones del hombre. Ha estado en sitios lujosos, con muchas luces y olores deliciosos de comidas.
Se avergüenza decirlo pero, ha sido salario de asesinos y matones. Ha sido tentación que ha causado muertes y llantos. Le molesta y no se extraña, cuando le han hecho valer un sufragio. Sucede cuando los hombres se eligen para tener poder con patente política. También ha asistido a partidos de fútbol. Sabe de fútbol. Ha estado en medio de las peleas de las barras y ha terminado en un cajón lleno de monedas. También sabe de playas, helados, bebidas, churrascos, tangas y mujeres lindas. Ha pasado por manos religiosas. Ha estado en manos de novio y de familiar doliente.
Él, sí que sabe de manos con anillos y uñas pintadas. Son por las que más se ha sentido acariciado y bien guardado. Ésas lo han cambiado por géneros baratos u otros de codiciadas marcas. Lo han dejado a cambio de un vestido: son sus manos amigas gimnastas de las Liquidaciones.
Algunas personas, le han guardado entre hojas de papel muy bien empastadas. ¡Para cuando me quede corto a fin de mes! – dicen.- Ha jugado a las escondidas cuando se siente buscado con ansiedad y nerviosismo. A mayor tiempo de búsqueda, más nervioso y ansioso ha sentido al hombre. Recuerda la mirada de alegría y alivio cuando lo han encontrado y rescatado del escondite. Le divierte eso. Otros lo han tomado y ofendido diciéndole con rabia: ¡La cagá de plata! ¡Cochino dinero!
Hace pocos días estuvo en manos de un joven que lo cambió por droga. Terminó corcheteado en un oficio de una Fiscalía y el joven, en un hospital apuñalado. También estuvo en manos de otro joven. Era un sábado, se sentía muy seguro, creía tener el mundo a sus pies, le acompañaba una jovencita que, cuando le vio, miró a su pareja muy extrañada y le preguntó de dónde lo había sacado...¡Lo encontré en la calle botado! - le dijo él. Mentira, porque estaba guardado en un bolso de cuero de una señora que abordó un Metro lleno de pasajeros.
Era viernes y, había cumplido quince años. No hubo palabras, solo un abrazo silencioso y distante causado por la toalla mojada que llevaba ceñida a su cintura al salir de la ducha. En su velador la lámpara encendida, denunciando un viernes oscurecido, iluminaba un sobre con un billete en su interior. Moviendo la cabeza, se dijo: ¡Quiero un hogar y familia feliz, no veinte mil pesos!. ¡Quiero sentirme amado, escuchado y tomado en cuenta!.
Apretando, impotente el billete entre sus dedos, lanzó el sobre arrugado, que sostenía en su mano izquierda, al rincón más alejado de su dormitorio y cerró los ojos por unos segundos. Guardó el billete en su billetera y, mientras arreglaba el cuello de su chaqueta, dejó escapar un suspiro humedecido en lágrimas.. Cuando salió de casa, el reloj de la cocina marcaba las 22:37 horas.
No se siente bien. Está con rabia y dolor. Siente pena, desencanto y frustración. Siente que la soledad le abraza y ahoga. Siente que sus manos transpiran y tienen un leve temblor. Observa el sobre arrugado que tiene en su mano izquierda, mientras que con su mano derecha, mueve cual abanico, un papel ajado de fuerte textura. Toma conciencia del movimiento mecánico de su brazo y mano derecha y la deja suspendida en el aire. Queda absorto observándola, sin soltar el papel ajado y de fuerte textura, como si la hubiese descubierto en ese instante.
Tiene mucha historia y conoce miles de manos, sus intenciones, sus trastornos. Sabe muy bien de su historia y de muchas penas absorvidas. Conoce sus logros, su fuerza y poder, también de sus cansancios, de sus actos violentos y destructores como de sus tiernas caricias. Ha sido abrazado, desfigurado y apretado en manos ancianas y guardado en un pequeño y maloliente estuche de cuero barato. Sabe de pechos nocturnos voluptuosos, acariciado por muchas otras manos: sucias, holgazanas, transpiradas, depravadas y atrevidas.
Ha vivido en casa de acero, fría y oscura. He sabido permanecer horas en un dispensador y salir apretado, entre muchos más pequeños o de menor valor del que representa. Ha sido guardado presuroso en un bolsillo.
¡Cuánto sabe del género humano!
Ha sido causa de discusiones y golpes. Ha corrido en una mano apretada, como arrancando de su último dueño. Ha sido evidencia de un acto delictivo. Ha sido codiciado y por eso muy bien guardado. Lo han partido en dos o cuatro partes iguales, como si el hombre no lo quisiera. Sin embargo, cuando está en sus manos, lo sabe, se siente poderoso. Lo hace poderoso. Para qué decir, si son varios y están repetidos, más poderoso se siente.
Lo han cambiado por comida, por bebida, por vicios. Se entristece cuando lo cambian por vicios... no vale un vicio. No vale alcohol, ni droga, ni servicio de una mujer de una esquina o de un hombre con voz de mujer.
Se siente bien cuando le hacen valer aprendizaje escolar, un remedio salvador, una consulta médica. Se siente bien. Mejor se siente cuando pasa de una mano delicada, sin callosidades, limpia y bien lavada y cubierta de olores costosos... cuando pasa de una mano así a otra que es trabajada, arrugada, con olor a pobreza. Se siente feliz porque ve el rostro de su nuevo dueño o dueña y se siente salvador, siente que alivia un estómago vacío de unos pequeños... si hasta le besan y le hacen dormir una noche bajo una imagen sagrada.
Ha viajado mucho y conoce muchos rincones del hombre. Ha estado en sitios lujosos, con muchas luces y olores deliciosos de comidas.
Se avergüenza decirlo pero, ha sido salario de asesinos y matones. Ha sido tentación que ha causado muertes y llantos. Le molesta y no se extraña, cuando le han hecho valer un sufragio. Sucede cuando los hombres se eligen para tener poder con patente política. También ha asistido a partidos de fútbol. Sabe de fútbol. Ha estado en medio de las peleas de las barras y ha terminado en un cajón lleno de monedas. También sabe de playas, helados, bebidas, churrascos, tangas y mujeres lindas. Ha pasado por manos religiosas. Ha estado en manos de novio y de familiar doliente.
Él, sí que sabe de manos con anillos y uñas pintadas. Son por las que más se ha sentido acariciado y bien guardado. Ésas lo han cambiado por géneros baratos u otros de codiciadas marcas. Lo han dejado a cambio de un vestido: son sus manos amigas gimnastas de las Liquidaciones.
Algunas personas, le han guardado entre hojas de papel muy bien empastadas. ¡Para cuando me quede corto a fin de mes! – dicen.- Ha jugado a las escondidas cuando se siente buscado con ansiedad y nerviosismo. A mayor tiempo de búsqueda, más nervioso y ansioso ha sentido al hombre. Recuerda la mirada de alegría y alivio cuando lo han encontrado y rescatado del escondite. Le divierte eso. Otros lo han tomado y ofendido diciéndole con rabia: ¡La cagá de plata! ¡Cochino dinero!
Hace pocos días estuvo en manos de un joven que lo cambió por droga. Terminó corcheteado en un oficio de una Fiscalía y el joven, en un hospital apuñalado. También estuvo en manos de otro joven. Era un sábado, se sentía muy seguro, creía tener el mundo a sus pies, le acompañaba una jovencita que, cuando le vio, miró a su pareja muy extrañada y le preguntó de dónde lo había sacado...¡Lo encontré en la calle botado! - le dijo él. Mentira, porque estaba guardado en un bolso de cuero de una señora que abordó un Metro lleno de pasajeros.
Era viernes y, había cumplido quince años. No hubo palabras, solo un abrazo silencioso y distante causado por la toalla mojada que llevaba ceñida a su cintura al salir de la ducha. En su velador la lámpara encendida, denunciando un viernes oscurecido, iluminaba un sobre con un billete en su interior. Moviendo la cabeza, se dijo: ¡Quiero un hogar y familia feliz, no veinte mil pesos!. ¡Quiero sentirme amado, escuchado y tomado en cuenta!.
Apretando, impotente el billete entre sus dedos, lanzó el sobre arrugado, que sostenía en su mano izquierda, al rincón más alejado de su dormitorio y cerró los ojos por unos segundos. Guardó el billete en su billetera y, mientras arreglaba el cuello de su chaqueta, dejó escapar un suspiro humedecido en lágrimas.. Cuando salió de casa, el reloj de la cocina marcaba las 22:37 horas.
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